viernes, 29 de marzo de 2013

Absorbo todos los tés de todas tardes – Palermo.paseo


Que sea feriado, que el cielo esté celeste y limpio como el manto de la virgen que inspiró mi nombre y que el sol caliente este punto del globo en su justo punto medio es más de lo que me imaginé que la tarde de viernes me tenía preparado como regalo de Pascuas.
Mi disfraz para este fin de semana es el de turista en mi propia ciudad. El desafío es encontrar rincones para descubrir, laberintos para descifrar. En esta oportunidad, se trata del contraste. Oponer el paisaje que visité de noche en su versión diurna y ver qué tal está.
El atajo, qué seducción eterna la del vértigo de un atajo! Las vías del tren, la desconfianza para siempre de los cruces a paso nivel. El puente, el desafío más grande de todos. El miedo arraigado en los huesos, arrastrado desde siempre. Pero es cruzarlo y que se vaya para no volver más y estar parada después y al infinito en otro lugar.
Las tipas añejas, las calles con su ritmo cansino de auténtico barrio porteño, las hojas secas crujiendo, los barcitos en las esquinas sacando las mesas al sol. Cierro los ojos y grabo las imágenes como fotos mentales, que esto sea apenas el presagio del otoño que empieza a aflorar.

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