domingo, 24 de enero de 2016

David Aguilar & Dúo Ampersan y el verano incesante

fotos gentileza de Marcelo Garreton Bascuñan

fotos gentileza de Marcelo Garreton Bascuñan

365 noches después. Así y todo, parece ayer. La vez que se cortó la luz, también, y eso ayudó a encuadrar a David Aguilar en una intimidad que encajó perfecto con su solitaria guitarra, que más tarde quedaría anclada vaya a saber dónde, y a quién pudiera importarle, si las noches de juerga y colegas-amigos lo valen mil veces. Y es Buenos Aires otra vez, y el mismo calor pero sin la tibiez. Porque entonces, cómo podía temblar, todavía! Un año más tarde, el verano siguiente, casi los mismos, puro reencuentro, cómo va todo, todo es el tiempo, todo es abrazo, claro que algunos ya muy distintos.

fotos gentileza de Marcelo Garreton Bascuñan
Bajo el cobijo de un Quetzal, David asalta el escenario y todo se acomoda. Inicia el viaje musical al centro de su disco homónimo, y es probar en vivo las melodías que saben vibrar en cadencias heterogéneas pero armónicas. Excelso arquitecto de la poesía, comparte experiencias del día del día en la mejor forma musical. Claro que no faltó su silbido infalible, claro que nos deleitó con una ranchera veloz y rítmica, y hasta se animó a compartir algún estreno, espero próximo a editar.

En algún momento, no termino de entender por qué, pienso en Silvio Rodriguez. Y en otro, que preciso entre los versos de “La dela libélula” y de “Eco”, refieren a “Biromes y servilletas” y la referencia me resulta acertada. Se precipita la despedida, que deja una atmósfera agitada, flota una sensación en el aire, un sabor a artesano y es saber que voy a llegar a mi casa, a alguna casa, y repasar el disco completándolo con más imágenes de otro verano en Buenos Aires.

fotos gentileza de Marcelo Garreton Bascuñan

Turno de los Ampersan, dúo también mexica que arremete con una energía azteca que mejor agarrarse bien fuerte de la silla. Experimentación y vanguardia, con raíz folclórica. Arrancan con un huaino, pasean por la jarana, continúan por el lado de la tradición. Se despachan con versos de Orlando Guillén, Patricio Hidalgo y hacen honor y mención al ejército zapatista. La potencia de sus canciones es colosal, apenas cuerdas enchufadas y voces bien enfundadas, pero el sonido envuelve como un huracán. Cuánta presencia, cuánta fuerza. Se les oye música de su origen reversionada en caldo propio. Las canciones van pasando como cuentas de un rosario, pegaditas y sin dar respiro. El ímpetu del dúo invita a un trance azteca que hincha y abriga al corazón.

Valientes del público se animan y bailan, compleja decisión la de dejar al cuerpo afuera entre tanta cantata. Invitan a Fernanda Martinez y Cata Raybaud para cerrar la noche con amigos, de esa clásica costumbre argentina, y vuelven a pedido del público con "El Pajarillo Jilguero". Aplauso sostenido y nuevos fans del Sur conquistados. 

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