martes, 16 de febrero de 2016

Una linda oscuridad, poética y vital - Eduardo Herrera + Luciann Iann en El Quetzal


Una linda oscuridad, poética y vital”, así me presentan la música de Eduardo Herrera, y cómo negarme a ver de qué se trata eso en el plano del vivo. La cita es un sábado en El Quetzal. Llego a horario, tengo tiempo, tengo ganas y buena compañía. La apertura del show está a cargo de Luciann Iann, quien sí es una noticia nueva para mí, y resulta de las gratas.

Cables y teclas, muchas, y un ordenador. Todos botonitos y un mic para la voz. Novedad para mi campo visual y auditivo. Atraviesa la ilusoria línea divisora, baja del escenario, canta y se mueve. El sonido cobra vida en el movimiento. Se instala en mí una idea macabra: me gustaría que el lugar esté lleno de drogas de diseño, aunque no sepa qué son. Me gustaría que haya globos y bombuchas de agua de diferentes colores. Que haya espejos, también. Que todo se refratce y rebote. Me gustaría bailar. Sí, me gustaría mucho bailar como si tuviera el cuerpo lleno de ardillas. Me gustaría que estas sillas vuelen por el aire, pero en stop motion. Me gustaría que se apaguen todas las luces, y bailar. Llegar con el cuerpo hasta la música. ¿Se podrá? Las bases son hipnóticas, profundas. La voz está colocada en un buen lugar. Las letras se diluyen y cambian de lengua. Creo que por fin entiendo el concepto de producción musical. El final es tan de pronto que deja con las ganas, pero en un lindo estado de alerta.

Edu Herrera llega recitando una de Atahualpa. Pista en el mapa que va a ir transitando. Eso de la oscuridad, era cierto. No encuentro una manera mejor de describir este sonido. Me seduce la sensación de dejar las canciones al borde de la explosión, tejer una tensión de thriller en pantalla 3D, de rechinar de dientes, de fuerza contenida. Me deliro y pienso que quizás sí, quizás canta como un tanguero, quizás, sólo muy remotamente, sufre en y de Buenos Aires. Probar, experimentar, hacerlo diferente. Que una guitarra, una loopeadora y algunos otros artificios alcancen para que uno solo haga todo este ruido. 


No sabría definir al hombre, no sé qué es, pero estoy acá y pienso, eso sí, en todo lo que puede hacer un hombre solo. Conjugar la oscuridad y la luz en canciones y con la alquimia del loop dominar el tiempo un poquito. Ir ensuciando los temas con arte, con mucho disimulo. Era todo cierto, se trataba de un espectáculo poético y vital. Termina el concierto y me llevo una idea nueva: Hay canciones que hacen que la oscuridad florezca. 

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